Chikio Cookplay

¿Te has apuntado ya a la moda del desechable? Es práctico, higiénico pero… ¿es bonito? Pues sí, aunque nunca pensamos que diríamos esto, los platos desechables ¡también pueden ser bonitos! Y el puro ejemplo de esto es la colección Chikio de Cookplay.  Por fin un desechable con el que los chefs no tengan que desprestigiar sus platos al presentarlos en un soporte de usar y tirar.

Adiós a los platos desechables de plástico, que además de poco bonitos no son nada sostenibles ecológicamente hablando. La diseñadora Ana Roquero ha redefinido con Chikio el desechable de mesa, diseño y ecología en estado puro. Ya lo hizo con la porcelana, creando piezas minimalistas con las cuales la marca fue galardonada con el Red Dot Design Award. Ahora y con el fin de dar una respuesta al sector, que demandaba desde hace tiempo un desechable de calidad y que no contribuyese al deterioro del planeta, lanza Chikio un éxito asegurado.

La colección Chikio de cookplay es 100% ecológica y está diseñada para dar respuesta a las necesidades a las que se enfrenta el mundo y en particular la hostelería, donde se desechan al día montones de plásticos derivados del menaje usado en eventos, hoteles o incluso restaurantes. Son muchas las razones por las que elegir vajilla desechable, aunque nosotros somos muy fans de la porcelana, reconocemos que en muchas ocasiones evitar el lavado, las roturas y el peso, es clave para adaptarse a las circustancias de muchos servicios.

En este caso, Ana Roquero ha decidido valerse de la caña de azúcar para dar soporte a las 6 piezas de la colección. Jomón (en dos tamaños), Nest, Yayoi (en dos tamaños) y Fly, componen la serie de platos, miniaturas y boles cubriendo con 6 únicas piezas tanto el servicio de catering como de mesa.

Si te gusta el diseño y te apasiona todo lo que rodea el servicio de mesa como a nosotros, te va a encantar Chikio. ¡Lo tenemos claro!

Si necesitas más infromación, no dudes en pedirnosla.

potaje de cuaresma

El potaje es uno de esos platos llevando prácticamente nada, consigue llevarnos a casa solo con llevarnos una cucharada a la boca. Al nuestro lo vamos a llamar el potaje de Álvaro, en honor al chef. La receta es muy sencilla.

NOTA: Como en todos los guisos con garbanzos, es imprescindible poner los garbanzos en agua la noche anterior.

Para la receta seguimos estos pasos:

1-Lo primero que vamos a hacer es cocer los garbanzos solos. No os paseis con la cocción porque luego vamos a volver a cocerlos otro rato con el fin de que el guiso nos quede ligado. Unos 40 minutos a fuego medio será suficiente. Si teneis olla a presión, 20 minutos cociendo en la olla.

2-Mientras se cuecen, sofreímos los ajos con un poquito de aceite hasta que estén doraditos.

3-Una vez tengamos los ajos bien dorados, añadimos las espinacas y dejamos que reduzcan. Suele pasar que tienes un montón de espinacas, y uan que que las metes en la sarten se quedan en nada. Nosotros hemos puesto una cantidad de espinacas en los ingredients, pero realmente es orientativa, si ves que se te hacen poco, pueden poner más (o menos).

4-Ponemos la pimienta, el comino y la sal. Hay gente que le pone pimentón, pero aquí no le hemos puesto porque no es santo de nuestra devoción.

5-Seguimos añadiendo un par de cucharadas de tomate concentrado. Nos gusta el toque que le da al guiso este tomate. 

6-Cuando todo está bien rehogado, añadimos los garbanzos y cubrimos con agua. Ponemos a fuego lento hasta que el agua se evapore y el guisó esté tan espeso como nos guste, aproximadamente una media hora. Si os habéis pasado con el agua, dejarlo cocer un poquito más para que reduzca pero siempre a fuego muy lento para que no se deshaga el garbanzo.

¡Como veis la receta no puede ser más fácil! Es muy común ponerle bacalao,  le da muy buen gusto al guiso pero como no teníamos, lo hemos hecho "a lo pobre". 

EXTRA: podéis cocer un huevo y ponérselo por encima picado para adornar. Nosotros en este caso lo hemos adornado con unas acelgas que casualmente teníamos cocidas.

Lo hemos presentado en el bol triangular Stonecast mostaza de Churchill.

Si lo pruebas, ¡cuentanos qué tal!

vajilla churchill

Como todos, nosotros aquellos días de confinamiento disfrutamos de los nuestros a través de una pantalla…de repente la tecnología es no solo necesaria, sino imprescindible y la verdad que esto no nos apasiona.

Nos hace pensar aún más en lo bonitas que son nuestras costumbres, pedir esa cerveza con un simple gesto al camarero que ya se ha convertido en amigo, brindar en un bar con los de al lado en un tarde de vinos, o abrazarnos con alguien que no conocemos porque ha marcado el Atleti (te guste el fútbol o no, el caso aquí es abrazarte y celebrar, así somos los españoles)...

Bueno, al grano…esto os lo decíamos porque el otro día mientras hacíamos una vídeollamada para tomar un vino con unos amigos ajenos al mundo de la hostelería no decían “oye ¿nos venderíais una vajilla para casa? A mí me gustan las vajillas de Churchill, ¿las vendeis verdad?” 

Nos llamó mucho la atención como algo tan profesional puede llegar a los hogares, hace años esto no pasaba y solo puede significar que algo está cambiando. Al consumidor le llegan cosas que antes o bien no le llegaban o si lo hacían no les prestaba importancia y le pasaban desapercibidas. 

¿Qué es Churchill?

Churchill es una fábrica con más de 200 años de historia, nació en 1795 en Stockhom-Trent en Inglaterra, fabricando vitroporcelana (te explicamos las diferencias entre vajilla de porcelana y vitro en otro blog). Cotiza en bolsa desde 1994 y está implantada en todo el mundo. Vaya que saben lo que hacen, no son nuevos y lo que hacen, lo hacen bien.

El otro día os decíamos que después de las grandes guerras las sociedades pasan por una gran depresión para después resurgir y reinventarse mucho más transgresoras y atrevidas. Seguro que cuando todo esto pase, también se percibirán esos cambios en las mesas. Estamos seguros.

Como Churchill de innovación entiende bastante, queremos que veáis de su mano todos los caminos que nos pueden llevar a una mesa atractiva…

En 2019 ofrecieron al mercado multitud de propuestas nuevas. Echad un vistazo al Mead Tiles, ahora que nos hace falta playa, turismo… evoca tranquilidad mediterránea y eso nos gusta.

Si buscamos colores más intensos tenemos el modelo Agano, en tono azulón o negro con un diseño lineal concéntrico muy cool.

Siguiendo con modelos contemporáneos el modelo Mineral, en distintos tonos, hace que cada pieza sea única.

Además las piezas de Raku y Studio Prints nos ofrecen muchas más alternativas en acabados y colores, como el Stone. Ya solo el nombre nos avisa, que es duradero como una piedra.

En 2020, cuando todo se ha parado y para el mundo parece que no contará este año, va Churchill y presenta una tendencia movida. Mas colores, más formatos, piezas que no había y distintos tamaños que nos dicen que esto sigue, que hay tiempo para más.

Hay tiempo y hay fuerza para tener una fabricación sostenible, enraizada con el medio y con la economía de proximidad, piezas decoradas a mano como el modelo Plume, en tonos oliva y ultramarinos.

Pero ojo que sé que entre nuestros amigos hay una gran cantidad de nostálgicos, ahí están los amantes del Stonecast, para todos aquellos a los que les gustaba a principio de esta década volverse locos con un color para cada comensal, tenemos noticias: hay un remember. Pero un remember de calidad,  el modelo Aqueous, con bases en turquesas costeros o más sobrios como el Bayou, con más tendencia a tonos piedra.

Y unas joyas que en Hostel Jiel pensamos se convertirán en piezas muy TOP, y a precios muy asequibles para el producto del que hablamos. Son el modelo Haze, un semi mate con acabados multi tonales o el Kintsugi, modelos inspirados en el arte japonés, agrietados bajo esmalte que dan un toque especial, con piezas únicas y muy llamativas.

¡Ahhh! no te olvides parece agrietado pero no rompen! Churchill sigue con su garantía de cinco años anti desportillamiento. Porque es básico por imagen y por sanidad. Ojo, también por sanidad, toma nota.

Disculpad, pero habíamos empezado a hablar de platos divertidos, de poner alegría en nuestras mesas y en nuestras vidas, y hemos olvidado del modelo Stonecast en Rosa! Si si, ¡rosa!

¿Te atreves? Nosotros estamos deseando, porque después de todo esto nos merecemos esta alegría, ¡Nos merecemos ser felices!

Y nuestro amigo, que nos estará leyendo…Pues sí amigo vendemos vajillas churchill, ¡y esperamos que ya estés disfrutando la tuya y que en nada podamos hacerlo juntos!

Restaurante Antonio, Zahara de los Atunes

Como sabéis los que nos conocéis, y a los que no os lo contamos, llevamos 40 años dedicados en cuerpo y alma a este sector tan bonito como es la hostelería. Hemos pasado varias crisis, y nos enorgullecemos de poder decir que afortunadamente tanto nosotros como la mayoría de nuestros clientes, hemos salido de todas reforzados. Eso si, sin duda alguna, como paso en las anteriores, tocará reinventarse. Durante esos años, el sector ha dado giros de 180 grados. Las tendencias han ido variando hasta el punto de que lo que hoy es “guay” está en las antípodas de lo que lo era hace 15 años. Cada crisis hace que el sector se reinvente, que busque esa rendija de luz y se reinterprete, en ocasiones casi por completo. 

Estos cambios los hemos visto reflejados en los platos, desde el elegante lenguado Menier (a la Meunière para los más refinados), pasando por las ensaladas con rulos de cabra y los tartares para terminar con los poke bowls, entre muchos otros. Las presentaciones, hace unos años se popularizaron las decoraciones con vinagre de Módena caramelizado (a dios gracias ya casi extintas) en platos con formas cuadradas o rectangulares, por ejemplo. Hasta ahora el soporte en el que servimos la comida se asume como un vínculo más que nos conecta con el plato, buscando presentaciones impactantes. Los platos para chefs han sufrido un boom increíble y las formas que marcan tendencia han pasado a ser irregulares, con formas orgánicas, la perfecta imperfección. Por supuesto ha cambiado la manera de hacer hostelería, las franquicias, los restaurantes temáticos, los buffets all you can eat… se nos ocurren miles. Hasta hace “dos días”, los espacios con decoraciones muy cuidadas, lo natural y lo orgnánico, eran tendencia.

Esta vez el cambio no se va a engendrar durante meses, esta vez nos ha venido de golpe y nos ha pillado a todos  con la guardia bajada. Nos surgen varias inquietudes, ¿cómo será la vuelta a la normalidad?, ¿cómo serán los restaurantes, las mesas, la decoración...?, ¿habrá mil medidas de seguridad, mamparas, distancias…?

Sinceramente pensamos que a corto plazo nos va a parecer que todo son trabas para desarrollar la actividad. Comeremos separados por mamparas, serán inimaginables los bares llenos con gente rozándose y se impondrán el take away y el delivery, las raciones serán individuales evitando ese famoso “al centro para picar” …en definitiva, un gran cambio para nuestras costumbres mediterráneas.

Dicen que nada más salir de una guerra la moda se vuelve gris, las faldas se alargan y las mujeres se cortan o recogen el pelo. La seriedad, la precaución y la funcionalidad se vuelven el motor de la sociedad que pasa primero por un periodo de depresión para luego renacer con fuerza y alegría.

Analizando la historia, que pocas veces se equivoca, para sobrevivir deberemos dar respuesta a esas inquietudes que la sociedad va a mostrar. Ser cautos y serios, tomando todas las medidas de seguridad e higiene adecuada para que nuestro cliente se sienta a gusto visitándonos. No intentar ir por delante, saltándonos las normas. Ahora hay que ser más profesionales que nunca, las cosas vendrán solas. Es imprescindible poner todo lo que está en nuestra mano para inspirar tranquilidad y seguridad.

Poco a poco, nuestro cliente dejará de tener miedo, buscará recuperar ese tiempo perdido con la gente que quería, volverá a abrazarse y recordará el placer de pedir un vermut en una barra llena un domingo a mediodía y entonces, como si de un acto de rebeldía se tratara, empezará a soltarse el pelo y a subirse la falda. Empezará, al fin y al cabo, a volver a vivir.

Copas Schott Zwiesel

A menudo nos encontramos profesionales que no tienen clara la diferencia entre el cristal y el vidrio. Y no es de extrañar, puesto que en el sector, se utilizan erróneamente de manera indistinta uno u otra, tendiendo la mayoría a generalizar ambas bajo “cristal”.

Si somos puristas en las definiciones, a día de hoy, nos costaría encontrar copas de cristal. ¿Por qué? Muy sencillo, para que pueda denominarse cristal, tiene que contener óxido de plomo y actualmente está prohibido usar plomo para fabricar productos en contacto con alimentos. Antiguamente, cuanto más plomo llevaban las cristalerías, más “categoría” tenían. ¿Recordáis el cristal d’Arques? Ellos se enorgullecían de fabricar con un 25% de plomo. Y realmente, era mucho. Esto le confería especial transparencia.

En nuestro almacén aún nos quedan algunas de estas, y para ser sinceros, tienen un encanto especial.

Bueno, entonces si algo nos queda claro, es que  día de hoy no se produce “cristal” propiamente dicho. Pero sin embargo, sí que tenemos copas y vasos a los que podríamos denominar como cristal. Los avances en las técnicas de producción y la ingeniería de materiales han hecho que se fabrique vidrios que dejan al cristal con plomo a la altura del betún.

Esto pasa por ejemplo con los fabricantes alemanes, que producen  un “cristal” de calidad altísima.

Nosotros tenemos especial predilección en este caso por el cristal de la alemana Schott Zwiesel. Añaden un compuesto patentado que llaman “tritan” y que les permite hacer unas copas de corte súper fino y con gran trasparencia. A esto hoy en día, se le puede (y se le debe) llamar cristal aunque no lleve plomo. Las diferencias con el vidrio son notables: transparencia, finura, peso…Por otro lado y como contraprestación, el cristal es mucho más frágil que el vidrio, más si cabe si hablamos de vidrio templado. ¿Aún no sabes qué es el vidrio templado? Te lo contamos aquí.

Entonces, ¿es mejor el cristal o el vidrio? Pues depende…si lo que quieres es un vaso de agua o refresco para mucha batalla que te resista varios servicios, lo mejor es que elijas vidrio y si el bolsillo te lo permite, templado. Sin embargo, si tienes un restaurante de nivel, con un servicio pausado en el que quieres que tu comensal disfrute al 100% de la experiencia, entonces utiliza cristal. Ni que decir tiene, que para el vino, siempre que puedas, uses cristal y con corte en frío en lugar de vidrio. Lo cual nos recuerda a unos de los primeros artículos que escribimos cuando abrimos el blog y con el cual, si te gusta el vino seguro coincidirás. Al buen vino, buen cristal

Como siempre si tienes dudas, pregúntanos y te asesraremos de qué opción es más adecuada para ti según sea tu actividad.

¡Chin Chin!